lunes, agosto 01, 2005

ETERNA


-!Dios, mátame por favor! -pensaba ella mientras iba en el bus, en ese día horrible que ya se había convertido en noche. Se sentía como en una burbuja, lejos de la cotidianidad de los seres junto a ella, para los cuales ese era solo un día mas, el anterior a mañana.

-Si lo he hecho todo mal aquí en la tierra, ¿para qué me quieres acá? ¿No te seria más útil si me dieras otra oportunidad, si pudiera trabajar junto a ti, ser aprendiz de ángel o algo así? -decía ella, pensando en el ser protector que siempre había creído tener al lado, aunque en ese momento, reconocía, ni un ejército completo de ángeles hubiese logrado protegerla de todo el dolor que sentía.

Al mismo tiempo tomaba conciencia de que, habiendo llegado al punto en que estaba, no tenía mucho ``curriculum" como para postular a ángel precisamente, si ni siquiera lograba cuidar de sí misma... Pero tampoco soportaba la idea de seguir viviendo, seguir fallando de esta manera, hiriendo a los que más quería. Y ademas, pensaba, suicidarse hubiese sido ciertamente el último gran dolor que hubiese causado. Demasiada desesperanza y preguntas sin contestar para ponerlas sobre el corazón de su familia y amigos.

-Pero si fuera en un accidente, si te llevaras mi vida a cambio de la de otro que tenga más futuro que yo... Mi familia lo superaría más rápido, quizás hasta podría volver en sus sueños a decirles lo bien que me hizo morir...

Y así, mientras se asombraba de seguir teniendo anhelos tan infantiles en medio de tanta amargura, apoyó su cabeza en el cristal del bus que se humedecía con su aliento, siguiendo el ritmo de lo que parecía ser un corazón agonizante.

De pronto el cristal estalló en mil pedazos, y ella, empujada por un cuerpecito a su derecha, salió volando por el hueco del cristal que ya no estaba. Su vuelo duró lo que dura una caída libre de 30 metros, con tal suerte que el único lugar en que se golpeó antes de caer al mar fue la cabeza. Pero no hubo dolor (o al menos esta vez no le importó), ni angustia, ni adrenalina, ni instinto de supervivencia, sino un infinito agradecimiento por haber sido escuchada, y más aún, haber recibido el regalo de sus eternas fantasías: volar y ser sirena.

Una vez fuera del cuerpo, su alma fue a encontrarse con Dios, que la esperaba flotando sobre el mar frente al lugar del accidente, con una sonrisa de persona sabia.

-¿Y de verdad tienes forma de hombre? -le preguntó ella al verlo.
-Es la que tu mente me da -le dijo él-. Pasará un buen tiempo antes que puedas verme tal como soy.
-Ah... ¿Y puedo abrazarte?
-¡Claro!- contesto él, y abrió sus brazos para que ella se acercara.

Mientras lo abrazaba, llegaron a sus ojos las luces de la ambulancia que se estacionaba frente al bus.

-Dime, ¿y murió alguien más en el accidente?
-Una persona lo va a hacer luego. Tú eras la única que tenía apuro por hacerlo -y le guiñó un ojo, mientras ella se reía de estarse riendo de la muerte, lo cual, pensaba, solía ser un tema tan tabú hasta hace un par de... ¿minutos? La verdad es que le parecían siglos.

Después de unos instantes observando lo que era el mundo en que había vivido 29 años (que ahora le parecían 29 segundos), se puso frente a Dios y le dijo: -Y bueno, ¿qué tengo que hacer ahora? ¿Vas a enseñarme a ser ángel, o tengo que pasar por el purgatorio? -dijo con susto, recordando que probablemente no estaba en condiciones de dárselas de ángel.

-Jajajajajajaja -se reía Dios-. Parece que tu alma todavía no se libera de sus prejuicios... Lo que me importa a mí son tus ganas de ayudar a la gente. Y bueno, es cierto que tienes mucho que aprender aún, pero para eso tenemos toda la eternidad -dijo sonriendo, mientras ella se asombraba una vez más de sentir la eternidad como algo natural.

-Acompáñame -le dijo Dios, mientras las estrellas giraban velozmente en el cielo y el sol salía como si lo hubiesen chuteado desde detrás de las montañas.
-¿``Acompañarte"? ¿Donde? -dijo ella media mareada, al ver que en realidad no iban hacia ningún lado.
-A mañana -dijo él, explicándole que ahora sus desplazamientos no serían sólo espaciales sino que también podrían ser temporales.
-¡Ohhhh, cuatro dimensiones! -dijo ella emocionada, recordando sus clases de física.
-Que linda tu capacidad de asombro. Ojalá no la pierdas muy pronto -dijo Dios.
-¿Perderla? ¿Y por qué habría de perderla?
-¿Recuerdas lo que te dijo tu amor sobre los ángeles, que actuán sin pena ni pasión?
-Y como iba a olvidarlo -dijo ella, por primera vez triste después de morir-, si tantas veces deseé que me mostrara su pena y su pasión.
-Bueno, es cierto, y es una de las cosas a las que vas a tener que acostumbrarte si quieres ser ángel -dijo él-. Aunque probablemente no te vas a dar cuenta cómo un día ya dejarás de sentir como lo hiciste en vida.

Y ella se quedó pensando si acaso era tan buena idea ser ángel, aunque en ningún caso podría ser mejor volver atrás.

Lo primero que hubo de hacer fue presenciar el dolor de sus seres queridos al enterarse de su muerte. Le partió el alma (y podía ver las fisuras en su pecho) ver a su mamá, hermana, hermano, papá, amigas y amigos enfrentarse a esa pérdida, con un sentimiento parecido al que había tenido ella antes de morir... Sin embargo, pudo cumplir lo que se había propuesto de visitarlos en sueños para decirles lo bien que estaba, y que siempre estaría ahí con ellos.

Luego vinieron las visitas a la gente que necesitaba ángeles. Algunas veces las situaciones eran tan desesperadas, y la gente tan fuerte frente a eso, que a ella la avergonzaba pensar que por mucho menos ella se había rendido... Pero eso ya no importaba porque finalmente estaba haciendo algo que servía. Los casos más difíciles eran aquellos en que las personas creían que las cosas no podían mejorar, entonces no se dejaban guiar por las señales que los ángeles ponían frente a ellos para hacerles las cosas más simples. Había también veces que ella lloraba a mares mientras abrazaba a alguien que apenas la sentía, y veía con estupor que no había manera de protegerlo de la tragedia que se le venía encima, no hasta que él o ella pasara por eso y aprendiera.

Así fue como vio y sintío tantas alegrías y penas, varias mucho más intensas que las que ella misma había vivido, hasta que un día se dio cuenta de que su cuerpo empezaba a verse semitransparente.
No fue algo que le molestara particularmente. Después de haber perdido la gravidez al momento de morir, no le parecía tan extraño empezar a parecerse a la idea tradicional que se tiene de los espíritus. Lo extraño era que eso sucediera de a poco, y no inmediatamente, como había sido lo de poder volar.

Entonces se acercó a Dios para preguntarle, y se llevó una sorpresa cuando vio que él estaba tan semitransparente como ella.

-¿Qué pasó? -le pregunto ella- ¿Por qué estamos así, translucidos?
-Te dije que después de un tiempo empezarías a verme tal cual soy.
-¡¿Transparente?! -dijo ella.
-No -contesto él riendo-. Recién estás empezando a dejar de verme como no soy.
-¿Y yo, tampoco soy como me veo? -dijo ella, empezando a entender.
-Tú estás dejando atrás tu fase humana y liberándote de las limitaciones a las que estabas sujeta. ¿Recuerdas el conflicto que tenías con la belleza? ¿Lo injusto que te parecía que a ciertas personas les fuera más fácil captar la atención de otros por el simple hecho de ser bellas? Era efectivamente una prueba, una limitación a la que muy pocos logran escapar en vida.
-Pero yo no fui una de ellas -dijo entristecida.
-No, sin embargo lo estás haciendo ahora. Te estas liberando de eso y mucho más.

Y entonces ella tomó conciencia de que cada vez le costaba menos dejar que alguien pasara por una experiencia difícil, solo lo iba a esperar al final del puente, o lo tomaba de la mano en el momento en que iba cayendo para sonreirle y decirle sin palabras que pasara lo que pasara no estaba solo y que había algo después de eso.... Sin pena ni pasión. Recién empezaba a comprender.

Y así pasaron los años, hasta que una tarde encontró entre los vivos al que había sido su amor. Vio como una luz roja se encendía en el lugar donde se supone estaba su propio corazón, y no pudo resistirse a acercarse para oir sus pensamientos. -A ver si esta vez entiendo algo -se dijo, sonriendo.
Al aproximarse vio que, pese a que él no podía verla, su corazón también se encendía, y alrededor de éste se podía ver el alma en una luz azul con unos relieves de formas extrañas. Se sorprendió al ver que su propia alma también se ponía del mismo color, y después de un rato se dio cuenta de que sus relieves eran los mismos que los de su amado, pero inversos, es decir, se complementaban, como una llave con su cerradura...

Entonces ella lo abrazó, desesperada, y por primera vez en mucho tiempo volvieron a brotar las lágrimas de sus ojos. El súbitamente se acordó de ella sin saber por qué.

Las preguntas se atropellaban en su cabeza. Si efectivamente eran el uno para el otro ¿Por qué no se habían podido dar cuenta? Por qué se les había hecho tan difícil estar juntos? ¿Por qué él la había abandonado ese día fatídico? Y se dio cuenta de que ella también lo había abandonado a él al morir voluntariamente. Entonces permaneció abrazada a él largo rato. Sentada sobre sus piernas acariciaba su rostro, su pelo, e iba descubriendo los cambios que habían producido en él los años.

El, junto con el recuerdo que venía intenso como hace mucho tiempo no lo hacía, sintió su corazón latir violentamente, como aquellas veces en que la volvió a ver después de mucho tiempo. No fue sino hasta que llegaron sus nietos corriendo a sus brazos que dejó de tener esa extraña sensación.

Cuando ella vio a Dios a la mañana siguiente, quiso saber por qué las cosas habían sido de esa manera, y él le dijo: -Tu ángel sufrío mucho ese día, pero ya había aprendido que tenía que dejarte pasar por eso.

En ese minuto ella recordó todas las veces que sintió que alguien la protegía cuando estaba viva. De hecho le parecía que debía de ser más de uno, porque eran muy eficientes.

Después de unos segundos reaccionó y le dijo: -¿Pero cómo dejarme ``pasar" por eso? ¿Acaso va a terminar alguna vez? ¿voy a aprender algo de esto?
-Yo diría que acabas de hacerlo -dijo Dios sonriéndole.
-Va a terminar... -repitió ella como en sueños.
-Recuerda que tenemos toda la eternidad por delante -le contesto él.

Y ella se rió de sí misma al ver cómo de pronto la invadían unas súbitas ganas de vivir.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

BACAN, SENCILLAMENTE ESTÁN MUY BUENOS, INSISTO EN QUE HAY MUCHA SABIDURÍA, GRACIAS POR COMPARTIR ESOS CUETOS (QUIERE MÁS)

Anónimo dijo...

No se, me dejó un poco triste tu cuento...
Crees en dios? alguna vez habremos hablado de este tema?
Igual, las fotos de tus cuentos son demasiado buenas, me encantan.

Anónimo dijo...

que si me preguntan.
que no quiero ser eterna.